EL PAIS
10 abril 2011
Secretos de juventud
Carmen Mañana
¿Guapos o sanos? Mejor las dos cosas. Cada vez más
arrepentidos de la cirugía estética invasiva y los
abusos del bótox, dan prioridad a los cuidados
basados en la alimentación y la cosmética preventiva para retrasar los efectos
de la edad en nuestro organismo.
Michelle
Pfeiffer: pómulos marcados, labios llenos, frente
extraplana, apenas unas ligeras líneas de expresión en torno a los ojos. Está
al borde de los 53 años. El retrato de la actriz dispara los comentarios:
"Ha firmado un pacto con el diablo". "O un contrato con el
cirujano estético". "Claro, si yo no tuviese otra cosa que hacer nada
más que cuidarme". "Se beberá el bótox".
"Sea lo que sea lo que le hayan hecho, se lo han hecho bien".
Pasada
determinada barrera, la inmensa mayoría de los seres humanos queremos
ralentizar los efectos del envejecimiento. Un deseo primario que se traduce en
hábitos de consumo y que ha impulsado el imparable desarrollo de la medicina y
la cosmética antienvejecimiento en los últimos 20 años.
Las
cifras hablan claro y alto: Los mayores de 50 años concentran el 64% del
negocio de las cremas faciales, según estudios de la consultoría Kantar Worldpanel. Para L'Oréal, la compañía cosmética más grande del mundo, el segmento
antienvejecimiento es el más importante de la categoría cuidados de la piel. En
España -el país europeo donde, según Worldpanel, hay
más usuarias de cremas-, los productos antiarrugas representan el 68% de la
facturación y el 57% de las ventas. La gama de pieles maduras, para mujeres de
más de 60 años, supone otro 12% del mercado. Queremos retrasar lo máximo
posible los surcos, las patas de gallo, las manchas, la piel descolgada. El
deterioro del cuerpo. Lo intentamos.
Y
para satisfacer esta demanda creciente surgen cada vez más tratamientos,
aparatos, técnicas. Pero no hay recetas mágicas, solo dos verdades absolutas.
La primera es que, de momento, solo se pueden combatir los efectos del
envejecimiento, no sus causas. "Hay más de 300 teorías de por qué
envejecemos, pero ninguna ha logrado demostrar su veracidad", explica
Antonio Ayala, investigador y miembro de la junta de la Sociedad Española de
Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (SEMAL). La segunda, " que a
partir de los 50 no hay buena genética que valga", la gravedad hace su
trabajo sí o sí, apunta Maribel Yébenes, que lleva más de 25 años a la
vanguardia de la cosmética en su centro de Madrid.
Buena
parte del secreto de la juventud de la piel reside en un órgano aparentemente
tan poco relacionado con la dermis como el hígado. "El hígado, al
funcionar, genera compuestos oxidantes que nos envejecen. El problema surge
cuando tiene que tratar, por ejemplo, partículas de la contaminación que llegan
al cuerpo o los compuestos artificiales que llevan algunos alimentos. Al
hacerlos más solubles para que se puedan eliminar, genera más productos
oxidantes de lo normal, y eso, a la larga, se nota", explica Antonio
Ayala.
Así
que, en opinión de este médico, el cuidado antienvejecimiento debe empezar por
reducir las causas exógenas de oxidación como tomar
el sol sin protección, exponerse a la contaminación o al humo del tabaco, causa
demostrada de la aparición de arrugas. Y sigue por evitar la ingesta de
"productos con aditivos", las carnes churruscadas y los alimentos
fritos en aceites recalentados. "Todos los días, a través de la dieta, te
puedes beneficiar o puedes empeorar la forma en la que llegaremos a mayores. Y
ese poco marca la diferencia a los 70 años", dice.
Además
de los alimentos antioxidantes -aguacate, kiwi,
tomate, uvas...-, Ayala hace hincapié en la importancia de la dieta para frenar
dos procesos que aceleran el envejecimiento: la inflamación crónica y la
retención de basura molecular. El primero "consiste en pequeñas
inflamaciones que pueden aparecer en distintas partes del cuerpo sin que seamos
conscientes de ellas, como las infecciones de las encías o los dientes. Son
procesos que están en funcionamiento y producen muchos elementos
oxidantes", cuenta el médico. Para prevenir este desgaste, lo mejor es el
ácido graso Omega 3, presente, por ejemplo, en el pescado.
Con
respecto al segundo proceso, el sulforafano, un
elemento abundante en el brócoli, ayuda a activar "a los barrenderos"
que limpian los deshechos generados por las células. "El principal
problema de las enfermedades neurodegenerativas es
que no se deshacen de esa basura celular con diligencia", completa Ayala.
El
experto es consciente de que tomar todos estos productos en las cantidades
necesarias para obtener beneficios es casi inviable. Por eso, está a favor de
los suplementos alimenticios, siempre que un médico lo supervise. "Hay que
tener cuidado con el hierro y la vitamina C, por ejemplo. Si el suplemento los
contiene en cantidades muy altas y se toma durante un tiempo prolongado, pueden
llegar a ser muy oxidantes", advierte.
Ayala
habla también de la importancia del deporte y la reducción del estrés para
retardar el envejecimiento.
¿Y
la cosmética? Un coadyudante, según el doctor. Una
herramienta que, bien utilizada, "puede dar resultados
extraordinarios", según Yébenes. La experta asegura que existen
tratamientos cada vez más avanzados para casi cualquier necesidad de la piel.
Como las radiofrecuencias, que reafirman y aumentan la producción de elastina y
colágeno, proteínas que proporcionan, respectivamente, elasticidad y
resistencia a los tejidos. O los procedimientos para trabajar la musculatura
corporal y facial. "Es la base, si no está fuerte, empezamos mal",
apunta Yébenes. Y, por supuesto, existe una gama casi infinita de cremas, serums y también pastillas. Productos en los que las
compañías cosméticas vuelcan buena parte de su potencial investigador.
El
futuro de la cosmética antienvejecimiento pasa, según Cristina Biurrun, directora científica de L'Oréal,
por profundizar en la utilización de células madre de origen vegetal, que
tienen efectos regenerativos, y en el estudio de la interconexión entre el microbioma (la vida microbiótica)
del intestino, la piel y los genes de las células, para desarrollar más la cosmética
oral.
¿Cuándo empezar a preocuparse?
"Los
30 son un buen momento", afirma Antonio Ayala, investigador y miembro de
la junta de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad
(SEMAL). Maribel Yébenes, directora del centro estético que lleva su nombre
está de acuerdo: "A esa edad puedes empezar a recibir cuidados especiales
muy sencillos cada dos meses. Y a partir de los 35 años, cada mes. La
diferencia a largo plazo entre la gente que se ha cuidado desde joven y la que
no es increíble". Ayala considera que es una buena frontera para ser
conscientes de que cuidar la dieta, hacer ejercicio y protegerse del sol es una
inversión de futuro.